miércoles, 20 de julio de 2011

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Luz. Calor y sol. Yo en la sombra, en la inercia, viviendo solo de emoción reflejada, sin sentir nada mío.

La gente cree que no tolero la soledad pero en realidad me encanta.
Todo queda, congelado, acinético... yo como fuente única de movimiento, corriente silente, apócope de historias.

Es entonces cuando vivo, cuando siento, cuando los olores, los colores y los sonidos cobran sentido y lugar.

Sólo en la soledad me siento solo, que es la única forma de ser.

La vida humana me abruma. Todos tan confusos, tan destrozados, tan saturados. ¿No se dan cuenta?
Cansado de mi propio pensamiento, de mi regurgitación emocional, de la erosión agónica, lenta, fría e inacabable. Necesito aire...

sábado, 16 de julio de 2011

Atardecer

Las golondrinas son precisas y veloces. Es agradable contemplarlas, siempre parecen conocer con exactitud el lugar al que se dirigen, siempre fugaces, siempre alborotadas, dicharacheras saetas de carne y plumas. Me gusta observarlas al atardecer, como sombras sobre un fondo de fuego.

Es entonces cuando el ocaso pinta mi casa de luz e imperfecciones. Es una característica perversa de lo luminoso, aunque confieso que no me importa.

Los haces ocres de mortecina iridiscencia hermanan objetos distantes, señalándolos con su aliento dorado, borrando las fronteras y límites de la materia, orlando la cotidianidad de una energía preternatural.

Sólo las jornadas estivales saben perecer con esta dignísima belleza.